lunes, 14 de noviembre de 2011

Crónica de una decepción anunciada


El día de ayer, 13 de Noviembre, se auspiciaba como una gran velada cinéfila. Días antes, había sido bombardeada con la publicidad en internet y en televisión de que debía aprovechar este gran día, oh sí, "El Día del Cine", con el 60% de descuento en las entradas, una atractiva cartelera cinematográfica, etc. Vamos, tal cual un chico quiere conquistar a la chica que le gusta y, cómo no, yo caí redondita ante "tamaña seducción". Y es que, a pesar de mi no poca experiencia en el tema, fui muy ingenua.



Nunca antes había ido al cine en un día como estos. Parece que ya es tradición aquí de que todos los años se celebre el "Día del Cine". No me era muy atractiva la idea de hacer colas, esperar mucho tiempo, etc. Mayormente, suelo ir al cine en el último horario disponible porque no soporto la bulla de los niños pequeños o los gritos estúpidos de los adolescentes tontos, a quienes no les es permitido ir al cine muy tarde. Me gusta disfrutar de la película, perderme en el mundo en el que el director me ha llamado, olvidarme los quehaceres diarios, sin que nada perturbe mi "hipnosis" cinéfila. Y eso esperaba que se repitiera ayer. ¡Qué equivocada estaba!

Esperaba hacer colas para la boletería, pero no tanta como la de ayer. Oh sí, compré la entrada con varias horas de anticipación. "A quien madruga, Dios le ayuda", dice el refrán, así que traté de ser precavida, pero nunca creí que mi madrugado esfuerzo me trajera tantas penurias.

Luego de tener, por fin, mi adorado ticket del cine, después de 45 minutos esperando en la boletería, quedaban varias horas para la función del cine. Así que, pasear por aquí y allá, hice compras y comí lo que no me permito comer muy seguido, "comida basura". Luego de muchos pecadillos cometidos y mucho tiempo intencionadamente desperdiciado, mi sexto sentido femenino me dijo "es mejor hacer la cola para la entrada con hora y media de anticipación". Mi acompañante me dijo, "!Qué va, eres una exagerada." Exagerada ¿yo? ¡Sí, claro!

Llegando a la función con bastante tiempo de anticipación, ya estaba formada la cola para la función. ¡Me madrugaron!, me dije. Ah no, pero felizmente, luego de hacer las consultas del caso, la bendita cola era para la función más temprana. Preguntando por aquí y allá, me indicaron que aún no había cola para la película que quería ver. 

Luego de otra, para variar, larga espera, me indicaron dónde debía hacer la cola para la tan deseada película que quería espectar. ¡Sala 4! -gritó el encargado. No saben la cantidad de gente que salió de no sé dónde para pugnar a tener un buen sitio en la cola para ver una película. ¿Dónde estaban escondidas tantas personas? -me pregunté, mientras hice uso de mi característica viveza limeña para reservarme un buen lugar y poder tener mi lugar asegurado en la sagrada cola en el cine.

¿Qué vino después? Empujones, gritos de bebé llorando (¿a qué estúpida madre se le ocurre llevar a un niño en brazos a ver una película de terror a las 11:30 pm de un domingo?), etc. Cuando por fin, me estaba cansando de tanto bullicio, desorden, y estaba a punto de tirar la toalla, ¡et voilá! Por fin, el encargado del cine gritó las sagradas palabras: ¡Sala 4! ¡Pueden pasar a ver la película! ¡Tickets a la mano! ¡En orden, por favor! ¿Ustedes creen que alguien le hizo caso respecto al orden solicitado? ¡Qué va! Más empujones y toques no deseados, más de una mirada de demonio que tuve que soltar ante las impertinencias de las personas, etc. 

Cuando, divinamente, ya estaba instalada en mi tan soñada butaca del cine para espectar "Actividad Paranormal 3", esperando que me dieran un buen susto y me provoquen pesadillas, me llevé otro chasco. Pero ojo, no por la película misma, que de eso, quizás cree otro post sobre mi análisis cinéfilo. No. ¿Ustedes creen posible que haya personas que suelten carcajadas estúpidas mientras están viendo escenas terroríficas de un tío torciéndole el pescuezo? Pues no. Yo no creía que la estupidez humana llegara tan lejos. Por un momento, creí que estaba viendo una de esas películas cómicas de Ben Stiller u otro actor acostumbrado a hacer películas para reir. Pero no, señores, estaba viendo escenas terroríficas que me escarapelaban los vellos del cuerpo, pero mi susto momentáneo se veía interrumpido por gente idiota que reía ante lo que mis ojos veían. Durante poco menos de dos horas tuve que soportar llantos de un bebé (recuérdese de la gran madre que llevó a su hijo de meses de nacido a disfrutar de la peli de terror a las 11:30 pm); adolescentes imbéciles que creen que con escuchar su celular al estilo reggaeton en medio de una jornada de cine son muy guays; carcajadas estúpidas, mientras una de las protagonistas es levantada en vilo y asesinada en medio de una aterradora escena, etc.


En resumen, mi jornada cinéfila fue un desastre. Para la próxima vez que me traten de seducir con el "Día del Cine", recordaré leer este post y responderles con un rotundo ¡No!
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